La chica del tren, por Paula Hawkins

En esta historia, nuestra atención se centrará en la vida de Rachel, una chica de rutinas constantes que toma el tren siempre a la misma hora. Todos los días la rutina se repite, los lugares son los mismos, pero de pronto ya las cosas no lucen tan interesantes como pensaba. Su vista se escapa y se posa sobre una pareja que disfruta de su desayuno en su terraza. Su vida parece tan alegre, tan entretenida, tan perfecta, ella siente una familiaridad tal para con ellos que cree haberlos conocido personalmente. Y es lo mismo cada día, ya son parte de su vida, tanto que hasta les pone nombre. A la chica la llama Jess, y al chico Jasson. Pero un día algo sucede, la vida pasa rápido pero el tiempo se detiene y le permite pensar. ¿Será que estos chicos no son tan felices como aparentan? ¿Y si en realidad nada es cómo parece? Nos adentramos en psicología pura. Es una compleja trama del más clásico thriller psicológico, como los de antaño. Una historia rica en conceptos nuevos y antiguos. En recursos novedosos y ya probados. Tal vez por eso industria del cine ya ha puesto sus ojos sobre esta historia, por lo que con seguridad la veremos pronto en la gran pantalla.

La protagonista de esta historia, Rachel Watson, se presenta como una mujer de sentimientos profundos, y nos permite adentrarnos en sus pensamientos y emociones. Todo cambia cuando ve que Jess ya no está. La fragilidad de su propia vida se ve derrumbada al notar que la vida de otros también es frágil. La autora, Paula Hawkins construye una historia sólida, aunque con una argumentación que no es nueva. Es muy fácil que la mente del lector navegue hacia las aguas de Alfred Hitchcock y su film “La ventana indiscreta”. Por otro lado, algo muy positivo de esta lectura es su fácil digestión. Podemos saborear sus aromas y sentir sus taninos con capítulos cortos y suaves al tacto utilizando la perspectiva de no solo el personaje principal, a saber, Rachel, sino también de los secundarios y hasta a veces ficticios, Jess, quien en realidad se llama Megan y Anna el nuevo amor de su ex. El estilo de narración no se queda atrás, como si se tratara de un pura sangre en su galopar ágil y brillante, fácilmente cabalgamos en los parajes literarios que se nos presentan en cada página. El ritmo, a diferencia de otras novelas de similares características, no se detiene, al contrario, continúa acelerando, lo que cual nota musical, cual sonido de un tambor, nos emociona y nos envuelve, convirtiéndola en una lectura realmente adictiva, aunque a veces nos podemos sentir un tanto absorbidos y demasiado satisfechos o hasta encerrados. Estos altos y bajos en el terreno que pisamos finalmente la convierte en algo muy atrayente. Nada es lo que parece realmente.

Los personajes están bien marcados, bien caracterizados y sobre todo bien definidos, lo que le agrega potencia a la trama y nos hace pensar en la razón del éxito de esta nóvela. El concepto ya mencionado, de la perspectiva de la narración desde el ojo, el sentimiento y el corazón finalmente de estas tres mujeres hace que sea una entretenida lectura, que sumado a, tal vez, nuestra propia perspectiva de las cosas, convierte en todo un placer leerlo. De centradas, tradicionales, o incluso cuerdas, las protagonistas tienen poco, más bien parecen tres locas sueltas. Una de ellas parece no tener memoria inmediata y el truco de que no recuerda nada tal vez hace demasiado burdo el pensar la típica pregunta, ¿Quién es el asesino? En esto el esfuerzo psicológico que se entreteje en toda la historia desde principio a fin, se diluye con este débil finiquito, sin embargo, no alcanza para decir que no valga la pena leerlo. La autora ha tenido la capacidad, y es algo que se debe destacar claramente a su favor, de crear un ambiente y un universo de película, que nos hace recordar los mejores días de Charles Dickens. En un ir y venir en tren, de viajes infinitos se nos logra atrapar en la intriga, aunque a veces se abusa del recurso de la expectación y se redunda en el concepto principal de la trama, tal vez cono solo el afán de mantener el vicio el suspenso a lo largo de todo el libro. El Énfasis poco acertado, y demasiado recurrente puede cansar como el sonido constante de un reloj, pero solo cuando estamos conscientes de su ruido, si logramos la inspiración y nos internamos en el universo planteado por la escritora seguramente esto no nos afectará. Todo esto se ve subsanado por la refrescante personalidad de su principal personaje y humedecido con una gramática amigable, que se aleja de lo común de los estereotipos actuales y que se venden como pan caliente por estos días. Para quienes son seguidores del suspenso, podemos decir que no es la ocasión ni el lugar, ni el libro para saltarse a lo literario, si eso es lo que se espera, si podemos decir con total seguridad que cumple su objetivo inicial, entretener. La vulnerabilidad y a su vez capacidad para contrarrestar con una manipulación de las personalidades de los personajes es algo que se debe destacar. Tal vez alguien se vea retratado en Rachel y su necesidad de salir de sus fronteras y encontrar algo nuevo, emocionante, algo que la lleve a tomar un nuevo reto en su vida y emprender un vuelo ya sea ficticio o sencillamente real. A ratos, la enmarañada línea se hace predecible, y nos hace pensar que el misterio final y su resolución está a la vuelta de la esquina, en frente nuestro, pero se nos vuelve a escapar de entre las manos, lo que torna nuevamente la historia en algo interesante. Esto no deja de sorprender. En definidas cuentas, el ambiente, el entorno, la trama, las personalidades sumadas a una historia profunda y psicológica, nos puede mantener conectados mentalmente por un buen rato y con ganas de recibir aún más.

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